Vida sin basura

El ecologísmo social de Murray Bookchin nos habla de como la naturaleza sigue su ritmo y trabaja autorregulándose; así los problemas ambientales se producen al perder este equilibrio forzando con procesos autoritarios de producción que no se darían de forma natural.

Así aunque la real academia de la legua española diga que la basura es suciedad, residuos desechados o cualquier cosa repugnante o despreciable; en realidad en la naturaleza la basura no existe pues todo se reincorpora al ciclo de la vida. Sin embargo el hombre con su continua ambición de acaparamiento y visión antropocentrista genera inmensas cantidades de desechos a diario. Solo en México en promedio una persona genera 1.16 kg de desechos al día, ocupando entre sus muchas condecoraciones vergonzosas el 1er lugar en generar basura de América Latina (Banco Mundial 2018). La producción de basura parece tener una relación estrecha con la generación de ingresos, así América Latina genera mayor número de desechos que África. Los países con ingresos más altos generan 34% mas desechos teniendo a solo al 17% de la población mundial; tristemente esto se da por un consumismo desmedido, queremos tener todo nuevo, y todo lo nuevo, lo cual genera miles de empaques desechados, bolsas y plásticos que se unen al conjunto de desechos mal separados y con muy mínimas posibilidades de reciclaje o retorno. En América Latina se recicla sólo el 4.5% de estos desechos, mientras que el promedio mundial es de 13.5% y el promedio de la UE y de Japón los mejores en este rubro es de 50 a 60% (Banco Mundial, 2018); además de poco este reciclaje se hace de manera informal, es decir, no existen políticas públicas que inciten, dirijan o controlen estos procesos. Si hablamos de la huella ecológica que deja esto, solo en México se necesitan 3.27 Ha (2014) para sustentar el modo de vida de cada ciudadano; es decir que para solventar el estilo de vida de todos los ciudadanos de este país necesitaríamos 2.27 Méxicos. Así que estas formas de consumo nos han llevado como humanos a buscar nuevas alternativas, es sumamente preocupante la situación actual, cuando la ONU nos ha dado no más de 3 años para cambiar y el Banco Mundial en su Análisis actualizado del futuro de la gestión de los desechos sólidos nos dice que al paso que vamos para el 2050 habrá más plástico en los océanos que animales marinos. Por esto surgen estas tendencias que empiezan como una moda, y que esperemos vengan para quedarse. En países de la UE, ya es un común la economía circular que busca mantener en circulación los recursos naturales que circulan ya de algun modo, durante una mayor cantidad de tiempo posible, dándoles a estos recursos nueva vida para evitar el uso materiales vírgenes y  la extracción de energéticos, para fin de lograr la eliminación de residuos.

El consumo responsable es como se le llama a aquel que se hace pensando en el impacto de nuestras compras, así como consumir de quienes respetan el medio ambiente y los derechos humanos. El movimiento zero-waste surge en 2006 cuando su creadora Bea Johnson y su familia se mudaron de una casa a un departamento y tuvieron que almacenar parte de sus pertenencias en una bodega, esto la hizo pensar que durante ese tiempo que tuvo las cosas guardadas no las necesitó y decidieron como familia que era necesario generar un cambio en sus vidas, ella ahora propone el aumento de dos R´s a las que ya conocíamos desde hace años entonces las 3 reglas se vuelven 5: Rechazo, todo lo que no necesito y no me gusta, simplemente digo «No, gracias». Reduzco lo que si necesito, consumo solo cuando realmente me hace falta, cuando se me acabo. Reuso todo aquello que venía en envases desachables lo sustituyo por retornables o bien compro a granel en medida de lo posible; compro de segunda mano (muebles, ropa, electrodomesticos, electronicos, etc.), sólo cuando algo realmente me hace falta.  Reciclo sólo aquello que no pude rechazar, reducir ni reusar, no se trata de reciclar mucho, sino todo lo contrario reciclar lo menos posible, puesto que al reducir nuestro consumo las cantidades en el cesto de reciclaje también serán mucho menores. Y finalmente. Roto o Retorno, aquello que le puedo devolver a la tierra, es decir composteo, todos mis desechos orgánicos. El 40 a 50% de nuestros desechos diarios son productos Composteables, esto significa que todos los restos que contienen carbono en su estructura química, lo que conocemos como residuos orgánicos, se reintegraran al suelo mediante el proceso de descomposición. Al hacer composta con nuestros desechos orgánicos reducimos nuestros residuos dramáticamente, así si cumplimos estos pasos nuestra basura puede ser mínima. Además esta forma de vida nos lleva a un ahorro del 40% de nuestros ingresos económicos también nos genera menos dependencia en los bienes materiales, nos da tranquilidad y tiempo para compartir en familia y amigos o de lectura y juego o deporte, nos genera una vida minimalista donde vivir con menos nos hace más felices y satisfechos. Sin embargo y aunque el cambio personal genera una modificación importante en la generación de residuos sólidos, no hace el cambio total y acaba con el problema. Se necesitan políticas públicas que nos ayuden a entender la gravedad del problema y generar educación en la ciudadanía para fin de reducir nuestros desechos, separarlos correctamente y reciclar todo aquello que ya tenemos circulando, para evitar que se continúen dañando nuestros suministros de agua y nuestros suelos que nos alimentan. La concientización es algo urgente, si queremos dejarle algo a los que nos siguen, recordemos que este mundo no es nuestro y que tampoco somos necesarios para mantenerlo, si la especie humana se acaba todo lo que el planeta nos da, lo único que se acabará con ello somos nosotros, porque la vida encontrara el camino y como dice M. Bookchin ella encontrará como autoregularse.

Soy Blanca Arellano. Gracias por leerme, deja tus comentarios.

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